Cuando deja de alterarse una obra de arte

Describa una obra de arte que haya cambiado su vida
En la Inglaterra del siglo XIX, el Día del Barnizado era tradicionalmente el momento en que los artistas llegaban a una exposición para dar los últimos toques a sus obras y sellarlas con una capa de barniz. En el invierno de 1835, J. M. W. Turner llegó a uno de esos eventos, donde procedió a exprimir grumos de color en un lienzo a medio terminar y, según varios relatos, a trabajar sin descanso, utilizando sus dedos y una espátula para dar vida a la superficie. Al final, el cuadro que Turner produjo fue una de las dos versiones que representaban el incendio de las Cámaras del Parlamento unos meses antes. Fue un espectáculo de bravura en el que el artista parecía totalmente poseído mientras los espectadores lo miraban con diversión y sorpresa. Al cabo de unas horas, el artista recogió sus pinturas y se marchó sin decir una palabra. Como comentó un contemporáneo: "Sabe cuándo ha terminado y se va".
Para Turner, la cuestión de cuándo estaba terminada una obra de arte era evidentemente fácil, como lo es para un puñado de artistas hoy en día. Pero para otros, que trabajan en una gran variedad de medios, la cuestión de la terminación es más complicada. Elegir cuándo dejar de modificar una obra puede ser una decisión muy individual, tan idiosincrásica y personal como el estilo, y hay casos en los que una obra nunca está totalmente terminada, al menos en la mente de su creador.
5 funciones del arte
"Sólo las ideas pueden ser obras de arte",[1] proclamó el artista minimalista estadounidense Sol LeWitt en sus Sentencias sobre el Arte Conceptual de 1968, invocando una nueva corriente de pensamiento surgida en la América de los sesenta[2] como reacción a la insistencia de Clement Greenberg en el formalismo y la óptica, una postura según la cual el arte debía experimentarse únicamente a través de "estímulos visuales" y de forma desinteresada. [3] En un estilo dadaísta anárquico,[4] el Arte Conceptual (como llegó a conocerse esta nueva corriente) proponía el "retraimiento perceptivo"[5]: en lugar de producir objetos de arte "sagrados" y valiosos, ofrecían sólo una breve descripción lingüística de sus ideas o simples declaraciones visuales, como As Long As It Lasts (Figura 1) de Lawrence Weiner. Si había algún tipo de objeto físico, era o bien desconcertantemente desnudo o bien mal ejecutado y estéticamente poco atractivo. Además, estas obras mezclaban una gran variedad de medios (incluidos objetos cotidianos y todo tipo de basura), atacando así la "búsqueda de la pureza específica del medio" de Greenberg[6] Las obras conceptuales, provocadoras a propósito, fomentaron una renovada indagación sobre lo que es o debería ser el arte.
El arte siempre tiene una función
El arte conceptual es un arte en el que la idea (o el concepto) que hay detrás de la obra es más importante que el objeto artístico acabado. Surgió como movimiento artístico en la década de 1960 y el término suele referirse al arte realizado desde mediados de la década de 1960 hasta mediados de la de 1970.
Aunque el término "arte conceptual" ya se utilizaba a principios de la década de 1960 (Henry Flynt, del grupo Fluxus, describió sus piezas de performance como "arte conceptual" en 1961), no fue hasta finales de los sesenta cuando surgió el arte conceptual como movimiento definible. La serie de Joseph Kosuth Titled (Art as Idea as Idea) 1966-7; la propuesta de exposición Air Show Air/Conditioning 1966-7 de los artistas ingleses Terry Atkinson y Michael Baldwin (miembros fundadores del grupo Art & Language); las pinturas de palabras de John Baldessari expuestas en Los Ángeles en 1968; e importantes exposiciones colectivas como la organizada por el marchante Seth Siegelaub en Nueva York en 1969, del 1 al 31 de enero: 0 Objects, 0 Painters, 0 Sculptors, reflejó este creciente enfoque de la creación artística basado en las ideas. El término arte conceptual se utilizó por primera vez para referirse a este movimiento distinto en un artículo escrito por Sol LeWitt en 1967:
Ejemplo de arte que tiene una función
La interpretación en el arte se refiere a la atribución de significado a una obra. Un punto en el que se suele discrepar es si la intención del artista o del autor es relevante para la interpretación de la obra. En la filosofía analítica angloamericana del arte, las opiniones sobre la interpretación se dividen en dos grandes campos: el intencionalismo y el anti-intencionalismo, con un enfoque inicial en un arte, la literatura.
Los anti-intencionalistas sostienen que el significado de una obra está totalmente determinado por las convenciones lingüísticas y literarias, rechazando así la relevancia de la intención del autor. El supuesto subyacente de esta postura es que una obra goza de autonomía con respecto al significado y a otras propiedades estéticamente relevantes. Los factores extratextuales, como la intención del autor, no son necesarios ni suficientes para determinar el significado. Esta primera posición de la tradición analítica se denomina a menudo convencionalismo por su fuerte énfasis en la convención. El anti-intencionalismo fue cayendo en desgracia a finales del siglo XX, pero ha resurgido con la llamada teoría del valor máximo, que recomienda que el intérprete busque interpretaciones de valor máximo limitadas por la convención y, según otra versión de la teoría, por los factores contextuales relevantes en el momento de la producción de la obra.

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